Un Motivo para Reinventar
Con cada relación, vivimos momentos “únicos”, que hacen de los lugares más cotidianos, magníficos palacios dedicados al recuerdo de esa pareja. Pero ¿qué ocurre cuando pasamos página y llega otra?
Con cada relación, vivimos momentos “únicos”, que hacen de los lugares más cotidianos, magníficos palacios dedicados al recuerdo de esa pareja. Pero ¿qué ocurre cuando pasamos página y llega otra?
Después de varios años, reencontrarme con Pipi en otra etapa de su vida es como salir de cañas con un viejo amigo al que hacía tiempo que no veía. Recuerdo sus manías, sus tocaos. Y me sigue pareciendo gracioso.
Ahora empiezo a despedirme. Todo final tiene un comienzo, el mío es siendo un viejo decrépito, y mis memorias, aunque plasmadas en algún que otro libro, ya son etéreas. Por recordar, recuerdo casi todo, pero un mar de niebla lo recubre ahora un poco. Si miro a través de la neblina, ¿qué veo…?
Descaro y perfidia,
resguardo de aDios.
No olviden recogerlo
a la salida, por favor.
Repongo las minas
anti-personas del amor.
¿Si acaso una explota,
nos representa a los dos?
Hoy en día, publicar un libro no es la gran cosa. Con la cantidad de editoriales de autopublicación que hay, cualquiera —con dinero— puede hacerlo. Que quede claro, no le estoy quitando mérito a eso de tener dinero.
Ya van dos libros que leo, en lo que va de año, en cuyos finales dedican un tiempo a reflexionar sobre el mismo tema. De dos autores muy diferentes, ambos actuales. Esto me ha llevado a pensar que debe tratarse de un «mal moderno». El otro día, incluso, lo hablaba con unos amigos en un bar, con buen maridaje de cañas. Y es que de hablar va la cosa.
Era la primera novela de Paul Auster que leía —un acierto indiscutible como regalo por parte de mi novia—, entrando directamente en el podio de mis autores favoritos; con dos nuevas entregas de su autoría en mi estantería —«La Trilogía de Nueva York» y «Leviatán»—.
Me dejé arrastrar por mis temores una vez más. He caído tan profundo que ya ni siquiera le encuentro el significado. Ahora soy la sombra de mí mismo, un ser abstracto y desconsiderado conmigo.
Nunca olvidaremos
que las balas tienen dueños.
Que no vuelan por los aires,
si tú no las provocas.
Que cuando lo hacen,
tienen un buen motivo.
Desgraciadamente,
agarrados del gatillo.
Puede que con un solo día no sea suficiente para reconocer la implicación y el esfuerzo de tantas mujeres a lo largo de la historia para que, actualmente, podamos «seguir avanzando» hacia una sociedad plural y más equitativa. Justa. Para eso está el 8M, para recordarnos que aún nos queda trabajo por hacer.