Toqué la hebilla de su cinturón y dije: Podemos acostarnos si quieres, pero que sepas que solo lo hago de un modo irónico.

Lo primero que me viene a la cabeza al recordar este libro es que, a pesar de titularse «Conversaciones entre Amigos», los diálogos se presentan sin guionado, engarzados en la propia narración. Esto me hacía sentir un tanto ajeno a la interacción entre los personajes, alejado de sus expresiones o sentimientos, pero también le concedía un mayor peso al monólogo interior de la protagonista. Hasta bien avanzada la trama, estas conversaciones no ganan el protagonismo que prometía su título.

El texto brilla por la inmersión en la psique de su narradora, Frances, siempre tan reflexiva. Un ejercicio magistral de deconstrucción de un personaje, desde la idealización de una existencia nihilista, hasta abrazar su fragilidad física y emocional. En comparación, los demás personajes se figuran como recortables proyectando sus sombras en un lienzo frente a ella, para que Frances pueda interpretar su estado de ánimo en función de lo que les transmitan. Quizás Melissa, por su acidez y asertividad, resulta memorable por su dolorosa frivolidad.

¿Acaso me preocupaba solo porque, como mujer, se requería que antepusiera las necesidades de los demás a las mías? ¿Y si la «bondad» era solo otra forma de llamar a la sumisión ante el conflicto?

La obra representa una escenografía muy fluida, que gana peso conforme los sucesos afectan en mayor grado a nuestra protagonista. Como en el caso de los celos o la autolesión, que nos hace partícipes como espectadores, pero también como ejecutores, al desarrollar esta escena dentro de su propia mente, haciéndonos sentir impotentes ante esta sumisión emocional.

El eje central de la historia podrá ser más o menos interesante: una exploración del amor, la amistad, la sexualidad y la identidad. Pero su desarrollo es impecable. Y la trama principal es un estudio tan íntimo, emocional, de la relación entre dos personas inteligentes con claras deficiencias afectivas, que pone los pelos de punta.

Como punto negativo, diría que hay varios temas en los que no se profundiza demasiado. Sobre todo, al tratarse de un enfoque abiertamente feminista. Como el paso de Frances por la sanidad pública y el sufrimiento que esto le conlleva.

En conclusión. Siento que se trata de una obra con más matices de los que he podido apreciar en una primera lectura. A veces, me parecía estar leyendo una novela basada en una de las películas de las tardes de Antena 3. Otras veces, conseguía removerme por dentro de forma sutil, pero con gran habilidad. Como con su final.

Un final que nos deja pensando. Aunque muchos, que no han vivido algo parecido, lo dejarán por incomprensible. Pero la vida, en muchos sentidos, es incomprensible. Sobre todo, el amor. O ¿es que podemos elegir de quién nos enamoramos?

Rescatando un poco esa intensidad, de la que a veces hace gala esta obra, y para terminar, diré que el libro recrea una especie de enamoramiento. Parecido al que se narra en la historia. Quizás no es lo que buscabas en un principio, o no te convenga. Quizás no es como te lo imaginabas… Pero al final, oye, necesitas saber cómo acaba.