J.S. Sansano

Un Motivo para Reinventar

Y es que, por ti,
reinventaré los días de lluvia,
noches sin dormir.
Y, al aplaudir,
corearé siempre tu nombre
antes de dormir.

Esta es una estrofa extraída de una poesía, o canción —siempre las concibo como canciones, será por mi faceta de músico de rock fracasado—, que habla de esa persona especial. En mi caso, una chica en particular. En el vuestro, quizás esté por llegar, o quizás entendáis perfectamente lo que intento transmitir.

Suele pasar que tengamos más de una relación sentimental en nuestro recorrido de vividores emancipados del asilo de nuestros padres; que pasamos del «no me sueltes, mamá» a «ni te me acerques» en lo que cruzamos miradas con esa persona —que también suele pasar de «la más especial del mundo», única en nuestro campo de visión, a «me estorba» en lo que no te hace ni caso—. Es —conseguir— probar esa miel de sus labios, y algunos pierden la compostura. Se vuelven adictos a compartir colchón, el sudor ajeno. Y con más de una, y de dos, y de un montón —y que más quisieras tú; pues yo conozco a una que tiene copia de seguridad en caso de canción repetida—.

La cuestión es que, con cada relación, vivimos momentos “únicos”, que hacen de los lugares más cotidianos, magníficos palacios dedicados al recuerdo de esa pareja.

Pero ¿qué ocurre cuando pasamos página y llega otra?

Es curioso, quizás sea porque es la definitiva, quién sabe, pero esos mismos lugares se rediseñan por sí solos, ganan connotaciones maravillosas, nuevos puntos de fuga que antes eras incapaz de apreciar. Es un fenómeno majestuoso, como si reflejado en su mirada, el mundo adquiriese matices que desconocías. Es tan bonito redescubrirse a uno mismo desde una óptica diferente a la propia.

Lo mismo sucede con las noches sin dormir y los días de lluvia. Adquieren un significado tan diferente cuando los compartes con esa persona especial, que, simplemente, dedicarles una canción me parece lo justito que podemos hacer.