J.S. Sansano

Quiéreteme

Resérvame,
un cumplido, una carta de amor;
una sombrilla, un hueco en el colchón;
dos paradigmas, tu «hola» de «adiós»;
la insinuación, y la estrofa
de esta canción.

Recuérdame,
al principio de cada intuición;
al final de la revolución;
al contener un revolcón;
al desatar a la fogosa pasión.

Y es que, sin ti,
no sé reinventar.
Y, al aplaudir,
me duele el reír.

Recojo las muestras
de lo que queda
y, antes de huir…,
me pierdo por ti.

Confía en mí,
para caer, para encontrar una solución;
para beber, para olvidar un mal menor;
como condón, el calzador de tu interior;
La última puerta,
tu abrigo y calor.

Consiénteme,
al trasnochar, una hora más;
al despertar, que sea junto a ti;
largas esperas, dulces llegadas;
Un «hasta aquí» plagado de ti.

Y es que, por ti,
Reinventaré los días de lluvia,
noches sin dormir.
Y, al aplaudir,
corearé siempre tu nombre
antes de dormir.

Concédeme,
un baile, una pista de aterrizaje;
un tango, un vals, tu alma de corsé;
seis noches de amor, una de salvaje;
un «contigo», la vida
que siempre soñé.

Quiéreteme
cuando llegue el invierno.
Quiéreteme
con las prisas del oso.
Quiéreteme
en el descanso y el ocio.
Quiéreteme…
aunque sea costoso.

Te has dado cuenta
de lo que cuenta.
Ya cierra la apuesta
y espérame fuera.
Que vuelve a empezar…

Esta poesía, o proesía, surge nuevamente de mi devoción por crear canciones que, quizás, nunca vean la luz. Al menos, como están concebidas, con música de fondo y una voz a su medida. Pero, en este caso, hay una diferencia particular.

Tenía la letra. O parte de ella. Entonces me crucé con un músico itinerante. Este hacía uso de un curioso acordeón, y la melodía que producía me recordó a la de un tango argentino. ¡Me vino la inspiración! Y ya podía imaginarme la letra girando al compás de un coctel molotov al más puro estilo tango-rock, una fusión resultante en un carrusel diabólico y feriante. Con violines, batería, y guitarras eléctricas —y, si nos ponemos a ello, que suba una pareja al escenario y nos deleite con unos pasos de baile, de abrazo estrecho, de corte y quebrada, y derrochando improvisación—.

Flipadas aparte, cualquier fuente de inspiración es bien acogida.

Por otra parte, todo el mérito de la letra recae sobre «esa persona especial». Quizás sea la definitiva, quién sabe, ojalá. Yo me conformaría con un baile más.

Y así lo escribí. Fue al principio. Las cosas han cambiado, pero no tanto. Sobre todo, en el aspecto de que la relación no me parece que sea costosa. En aquel momento, iniciar cualquier relación sentimental me resultaba una penitencia, de dar por recibir a expensas de no saber si obtendría una recompensa o, como tantas otras veces, saldría esquilado de esta.

Pero, bueno, sea como sea, por la letra, se diría que yo lo tenía bastante claro.