¿Quién no recuerda esos peinados que parecían hechos a machetazos? Los desteñidos de agua oxigenada, los flequillos para todo —el cruzaito, el mazacote, el corto de más—, las mechas californianas. Y ¿las cejas extradepiladas?
¡Los complementos a lo grande! El oro y la plata combinaban mejor que el queso de cabra y la miel. Manazas como escaparates de sellos estrafalarios, cruces del tamaño de aviones, cadenas de bici colgando del cuello, ¡cordones!, arotes en las orejas como para llevar el loro a cuestas.
Los pantalones campana, la ropa interior asomando, las zapas anchas…
Los 2000’s fueron una década tenebrosa salpicada de tintes horteras y luces fluorescentes —como vivir en los bajos de un coche tunneado con tubos de neón en los faldones—, integrada por una fauna que, igual que los «Uruk-hai» de Isengard, parecían provenir de las discotecas que se amontonaban en la ruta del bakalao de las costas valencianas.
Los personajes de «El Último Loco entre los Cuerdos» viven justamente en esta época. Para ellos, el horror no ha hecho más que empezar.
A continuación, recordamos algunas de estas aberraciones que nos hacían sentir tan especiales:
LOS PANTALONES CAMPANA
LOS PELAJES HORTERAS
ENSEÑANDO EL TANGA Y LOS GAYMBOS
LA MARCA ROTTWEILER
LAS ZAPATILLAS ANCHAS
Y vosotros, ¿recordáis haber sido parte de algunas de estas modas? ¿Las sufristeis en vuestras pieles o las vivisteis muy de cerca? ¿Recordáis alguna otra que se me haya pasado?
Gracias por estar ahí, compañeros. ¡Se os quiere!
Pd.- La moda siempre vuelve.