J.S. Sansano

La Rezagada

Y si te paras a pensarlo,
quizás, te coja de la mano.
Y si te paras a pensarlo,
jamás, me soltaré de tu mano.

Es de un color especial,
la luz reflejada en tu mirada.
Es de un olor especial,
mi sábana si te acabas.

Voy a mirar hacia atrás,
por si vienes rezagada.
Voy a volver a empezar,
que esto ya se acaba.

Para todos aquellos que nunca perdieron la esperanza.

Para ti, que rondas esas plazas, girando en torno a la glorieta de los días santos, atenta a una sonrisa que atente contra todas tus premisas y tus prisas.

Para los que han encontrado sin buscar y los que encontraron sin saber lo que buscaban. Para los que no anhelan ni suspiran, que atesoran una soledad escogida.

Para mí, que alguna vez estuve tan perdido que imaginaba conversaciones con ella, sumido en mi colchón a media noche…

—No sé dónde andas, pero estoy deseando conocerte.
—Siendo sincera, me da un poco de palo. Quizá no sea lo que esperas.
—¿Por qué? ¿Acaso yo lo soy para ti?
—No sabría decirte, aún no te conozco.
—Por eso. ¿Qué opinas de ti?, para empezar. Entiéndeme, hablo de lo personal, de lo que hace de ti esa persona tan especial.
—¿Acaso es necesario ser especial para estar contigo?
—No quería decir eso. Era un cumplido.
—Mejor será empezar por entendernos.
—Estoy seguro de que vamos a congeniar.
—¿No eres muy optimista?
—Creo que empiezas a gustarme.
—¿Qué dices? No me agobies.
—¿Te estás riendo…?
—¿Acaso no lo imaginas?
—Eso es lo que más me preocupa, que todo sean imaginaciones mías.
—El tiempo nos dará la respuesta.
—¿Cuánto queda?
—No lo sé, no lo puedo saber… ¿Puedo hacerte una pregunta? ¿Cómo me imaginas? Físicamente, digo.
—Esa es una pregunta trampa.
—Atrévete, anda. Si eres quien dices ser, la sortearás con facilidad.
—Está bien. Eres… la de nunca acabar. No hay una sola porción de ti que me disguste o me aburra y me impida volver a empezar, una y otra vez, a devorarte con la mirada. Creo que no te puedo imaginar tal como eres, porque aún no he conocido nada igual a ti.
—Te lo dije.
—Y tú siempre tienes razón, ¿verdad?
—Ya me vas conociendo mejor, ¿eh?

Un día tuve la corazonada de que aparecería.

Otro, la certeza de que era ella.

Al final, me atreví a invitarla a bailar.

Feliz San Valentín a todos.

Gracias por estar ahí. ¡Se os quiere!